Porque sufrimos por amor

Porque sufrimos por amor

Amar algo es sufrir por ello

El agua representa el amor, mientras que el vaso representa el respeto y la confianza. En cuanto a la relación de la pareja mayor, el respeto, la confianza, la conciencia y la responsabilidad son los valores que han protegido el amor y lo han guardado como el vaso guarda el agua.
Esto implica un sacrificio, y el sacrificio implica sufrimiento. Y aunque no exista el amor que alguna vez tuvieron -debido a la atención diaria del otro, a las discusiones, a los años de sexo-, llegaron al punto en que el sol brilló en el vaso con el agua y el agua se evaporó.

Amar es sufrir significa

“¿Por qué hay sufrimiento?” Esta es una pregunta con la que ha luchado un gran número de personas a lo largo de los siglos. En cierto modo, no hay una respuesta fácil, porque cualquiera que se haya encontrado con el sufrimiento real sabe que no es una pregunta intelectual que sólo requiera una respuesta intelectual, sino que es un grito del corazón desde una situación desesperada. Y este no es el mejor foro para responder a una pregunta de este tipo en cierto modo, porque me resulta difícil entender tu situación y lo que puedes haber pasado. Dicho esto, intentaré hacer lo posible por esbozar una breve respuesta en el espacio disponible sobre lo que dice la Biblia sobre el sufrimiento.
Lo primero que hay que señalar es que el mundo no es como Dios quiere que sea. Cuando Dios creó el mundo, todo era bueno. El sufrimiento en el mundo es el resultado de que los seres humanos se han alejado de Dios: nuestra relación con Dios y con los demás se ha agriado. En lugar de hacer lo que es correcto, lo que agrada a Dios, todos hacemos lo que nos agrada a nosotros mismos, a costa de enfadar a Dios, y de herir a otras personas. Es como si hubiéramos tomado lo que Dios nos ha dado, la capacidad de amarlo a él y a los demás, y hubiéramos convertido esta capacidad en armas que disparan y dañan al azar a cualquiera que pase por allí.

El amor es la biblia del sufrimiento

Hermanos míos, tened por seguro que os alegraréis cuando tengáis que afrontar pruebas de diversa índole, pues sabéis que la prueba de vuestra fe produce la constancia. Y que la constancia surta todo su efecto, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.
Pero en cuanto a los cobardes, los incrédulos, los detestables, los asesinos, los inmorales, los hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos, su parte estará en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda.”
Más que eso, nos alegramos de nuestros sufrimientos, sabiendo que el sufrimiento produce resistencia, y la resistencia produce carácter, y el carácter produce esperanza, y la esperanza no nos avergüenza, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones a través del Espíritu Santo que se nos ha dado.
Por eso, para evitar que me envanezca a causa de la supereminente grandeza de las revelaciones, se me dio una espina en la carne, un mensajero de Satanás para acosarme, para evitar que me envanezca.
No te ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común al hombre. Dios es fiel y no dejará que seáis tentados más allá de vuestras posibilidades, sino que con la tentación os proporcionará también la vía de escape, para que podáis soportarla.

El amor causa sufrimiento

“Dios nunca nos prometió que no sufriríamos”. Esas palabras tocaron una fibra dolorosa, pero verdadera, en mí cuando un amigo las pronunció mientras hablábamos en el velatorio de una mujer de 27 años, madre de un niño de un año y esposa que murió de cáncer demasiado joven.
Estábamos allí presenciando el dolor que uno siente instintivamente que nadie debería tener que soportar, si nuestro Dios es un Dios amoroso – si, de hecho, nuestro Dios es amor. Y, sin embargo, la realidad es que el cristianismo no nos enseña que no vamos a sufrir. Lo cierto es lo contrario. El amor conduce al sufrimiento.
El budismo reconoce esta gran verdad en la enseñanza de las Cuatro Nobles Verdades, y se nos anima a amar sin apego, sin deseo, sin intentar aferrarnos a lo que amamos o a quien amamos. El cristianismo también enseña que amar es sufrir, sufrir por y con los demás, ejemplificado en el Cristo crucificado que extendió sus brazos y murió por amor. La respuesta de Dios a nuestro sufrimiento es sufrir con nosotros en la cruz y resucitar ese sufrimiento en una nueva vida. Aun así, sabiendo todo eso, no podía estar más que devastado por la muerte prematura de esta joven. ¿Cómo podía confiar en Dios ante semejante tragedia?

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